El machismo tiene un punto débil, sufrir de acoso.

El machismo tiene un punto débil, sufrir de acoso.

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Lectura de 5 minutos.

Hay una variedad de temas que expondré en este blog que conforme pasa el tiempo alimento más la lista porque me mantengo alerta en buscar patrones de comportamiento sociales. A la semana de haber lanzado el blog me sentí agobiado por todo mi alrededor, me encontraba en una disco y fui testigo ocular de varios escenarios que me hicieron creer que nadaba contra la corriente en cada artículo que publicaba. Luego, ocurrió algo que me hizo cambiar de idea, y la impotencia del hecho, inspiró estas líneas. 

Al parecer, el machismo tiene un punto débil y es sufrir acoso por su semejante. 

Validaré mi planteamiento con la experiencia más reciente que me tocó presenciar y ser el intermediario (por describirlo de alguna manera) cuando hombres heterosexuales me comentan que los homosexuales “faltan el respeto” un comentario muy común que escucharás en el típico “No tengo nada en contra de los homosexuales, pero…” 

Narraré un ejemplo a continuación: 

Nos encontrábamos en una disco, que son los lugares donde con frecuencia ocurren este tipo de situaciones. Un hombre, homosexual, con un cuerpo envidiable por las horas invertidas en el gym, se descubrió el abdomen mostrándoselo a otro hombre, heterosexual, de nuestro grupo, al ritmo de una canción. El de nuestro grupo respondió con una actitud molesta ante el acto, ignorando al otro y clavando mirada de odio por un instante. Luego, me hizo el siguiente comentario: “Hay muchos homosexuales en este lugar, pero faltan mucho el respeto, ese maje no tenía la necesidad de pelarse la panza. Él en su onda, yo en la mía.” A lo cual le contesté: “Sí, tenés razón.” 

Pues en realidad, ¿No? ¿Con qué necesidad le bailas mostrando el abdomen a un desconocido que no sea coqueteo o provocación? Punto para el hetero. 

 Al rato, una amiga del mismo grupo me comentó, que el mismo hombre de nuestro grupo, que había reprochado la actitud del homosexual antes, le había dicho mientras bailaban: “Me encantan tus tetas.” Sin antecedentes previos de coqueteo. Sin conocerla antes. Era la primera vez que bailaban, que se conocían y coincidían en el grupo. 

¿Con qué necesidad le dices eso a una mujer que apenas conoces que no sea coqueteo, provocación o acoso? 

No podemos negar que en la comunidad LGBTQ+ existe un acoso hacia los hombres. Pero este acoso es el mismo que reflejan los hombres heterosexuales cuando están al acecho de una mujer. El mismo acoso que siente una mujer de parte de un hombre, es el mismo por el cual un hetero se queja de un homosexual. La diferencia es que cuando ellos son las víctimas de este acoso, su respuesta es, por lo general, la violencia. Las mujeres no tienen de otra más que callar o seguir su camino. Cuando hay un grupo de hombres en una cuadra donde una mujer tiene que caminar, se convierte en la cuadra más larga del mundo y llena de incertidumbre porque no sabe en qué acabará la situación. 

Esto nos demuestra que el machismo es frágil cuando se violentan los derechos de integridad que toda persona goza al nacer. El acoso es acoso cuando un homosexual dirige palabras o acciones de coqueteo a un hetero. El acoso es normal cuando un hombre intenta hacer lo mismo con una mujer. Es normal jalar a una mujer en una disco y obligarla a bailar. Es normal hostigarla para que quiera bailar con vos. Es normal nalguear si pasa al lado. Es normal tirarle piropos indecorosos para enamorarla. Me pregunto, si estas mismas prácticas fueran igualadas con exactitud por el colectivo LGBTQ+ ¿Cómo responderían los hombres heterosexuales? Quizás con violencia y pidiendo cárcel. Nunca sabremos. 

El machismo ha sido el mal social al que nos hemos visto sometidos durante décadas, y lo que ha generado ha sido partituras sociales conformadas por comunidades que se defienden de estas prácticas abusivas y retrógradas. El movimiento feminista y el movimiento LGBTQ+ tienen una correlación en la lucha social contra el machismo. 

Al parecer, el machismo tiene un punto débil y es sufrir acoso por su semejante. Por su némesis. Su alter ego. Los que manejan el mismo nivel de testosterona. Los que al coquetear acuden a tácticas de acoso fomentadas desde las bases del machismo. Los promiscuos que solo piensan en sexo. Los que harían de todo por lograr tener sexo con un hombre. El machismo tiene punto débil, ser acosado por un homosexual. 

El acoso es inaceptable en cualquier preferencia sexual que exista. A veces en el mismo colectivo LGBTQ+ “se convierten en aquello que juraron destruir” un acosador más. Yo mismo he sido acosado por homosexuales y mi rechazo ocasiona una respuesta violenta de su parte. Como una vez en una disco que me negué a bailar con uno y su respuesta fue tirar a nuestra mesa un vaso con agua. Y así, puedo mencionar varios escenarios más donde su respuesta es “actuar como hombre” como ellos mismos mencionan, comparando tales actos como caníbales, cuando la respuesta es similar de su parte.

Está claro que el acoso y la violencia se instalan más allá del machismo. Da igual la preferencia sexual, lo evidente es el género que lo perpetúa. Las estadísticas no mienten y la mayor incidencia recae en los hombres. Sin embargo, existe en cualquier índole social porque es un problema individual de cada ser humano. No puede estar generalizada en un solo grupo. En cualquier grupo son actos reprochables. 

No hay que sobrepasar los límites personales de nadie. Fomentar el respeto es primordial, y si alguien sobrepasa mis límites, mi respuesta no puede ser violenta. Existe una herramienta más poderosa que la fuerza, el lenguaje. “El lenguaje es la primera arma usada en un conflicto” es capaz de extenderlo o acabarlo de inmediato. 

Desafortunadamente, para algunos las palabras no tienen peso. Y aunque establezcas límites, existe la gran posibilidad de seguir siendo acosado. Aquí es donde perdemos nuestros sentidos y acudimos a la violencia, que nunca será la respuesta. Un panorama muy desalentador, pero al parecer es la condena humana, resolver conflictos ejerciendo la fuerza. 

No encuentro las palabras adecuadas para terminar este texto. Quisiera tener una conclusión alentadora, pero desde aquí no puedo resolver los problemas del mundo. 

¿Qué opinan ustedes? ¿Cómo se detiene el acoso? 

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