Lectura de 10 minutos.
Dedicado a mi mejor amigo, Oswaldo González.
Entre mis 15 y 17 años, lo poco que hablaba con Dios, lo invertía para pedirle un amigo, un mejor amigo.
Observaba en mi entorno que todos tenían a ese amigo en particular a quien contarle las penas, ese amigo que te hace mucha falta si no va a la fiesta con vos, el que sabes que será el padrino de tus hijos sin pensarlo dos veces, al que llamas para que te resuelva un clavo y al que adoptan en tu familia como uno más de la casa. Eso me faltaba, y le pedía a Dios encontrarlo, pues los amigos que tenía eran herencia de mi hermano y no éramos contemporáneos. Me empecé a juntar con ellos porque con los que crecí, se habían ido del barrio o del país. Luego formamos un grupo, numeroso, que como toda manada, nos manteníamos jodiendo en la esquina, o nos íbamos al parque a jugar perreras hasta las 12:00 am. Lindos tiempos. A pesar de ser una manada, ninguno ocupaba un lugar como “Mi mejor amigo”.
Sin darme cuenta, ya había cruzado camino con esa persona que llegaría a mi vida y tomaría la vacante de ser mi mejor amigo. En febrero 2013, en el primer día de clases de la universidad, para variar, llegue tarde. Me sorprendí al ver en mi salón de clases y en primera fila a un maje flaco, con frenillos, con la mera pubertad en su cara, de pelo colochón, con unos zapatos Tiger y camisa a rayas, con su cuaderno en el pupitre de zurdos listo para las anotaciones. El alumno más motivado el primer día de clases. Ya lo conocía desde antes, en algún momento fue mi profesor de inglés por un par de semanas en el instituto donde ambos estudiamos. Jamás pensé que fuéramos a coincidir en la misma carrera. No nos dirigimos la palabra.
La primera impresión que me causo, fue que era muy fresa e inalcanzable. En cambio, él, su primera impresión fue que me miraba bien estupidito. Así transcurrió casi un año. Él con su grupo y yo con el mío. Si alguna vez cruzamos palabras fue algo transaccional, sin detalles de nuestras vidas ni nada.
Al paso de un año – en segundo año de la universidad – iniciamos a conformar el famoso team amix, qué salió de una bolenca en la ventecita. Ya nos frecuentábamos más y comenzó a surgir el compañerismo. Por lo que el 24 de mayo del 2014, a pesar de no tener una amistad tan íntima, lo invite a ver la final de Champions del Real Madrid contra el Atlético en el Holiday Inn, donde se reunía la Peña madridista, salimos campeones de la ansiada décima. Un día que recordamos con mucha nostalgia y alegría, pues todo el salón se encontraba cabizbajo hasta el minuto 93 con aquel mítico cabezazo de Ramos, a pase de Modric, que atravesó la portería de Courtois. Ese cabezazo que llenó de esperanzas a toda una afición, y la leyenda blanca de creer hasta el final cobraba vida.
Por cierto, el término amix inicio en la universidad, ya que, así, me refería a todo mi grupo por llamarlos de una forma naca “amigos”. Es un término que se popularizó en México, y en ese entonces, en 2014 aún, era un término muy ridículo y naco. Ahora, se ha popularizado más y es más común escuchar a amigos llamarse así en el plan vacilón. Fue tanta mi jodedera con el término que funde un team que se llamaba Team Amix, y todos nos decíamos así jaja.
Luego de la décima inicio, una leve amistad, nos escribíamos a menudo para chatear de cualquier pendejada, él se cagaba de la risa por todas las mierdas que le mandaba. Nos salíamos de clases para ir a fumar con el team amix, acostarnos en la grama, bebernos una gaseosa y hablar de las ganas inmensas que teníamos de poseer mucho dinero y dejar de estudiar (Platica que aún ocurre).
En 2015, había más confianza, una que otra salida grupal, nos hacíamos juntos en trabajos de la universidad, y creo que, ya conocía un poco más sobre mí, donde le contaba por joder que tuve una infancia oscura y que me trataban como Dobby (El elfo de Harry Potter que era maltratado por sus amos) lo cual, en vez de proponerme ir a poner la denuncia para salir del maltrato, eran cagadas de risa las que se pegaba. Es que siempre he tenido un humor con base en el martirio de la vida y ocurrencias que no son reales. Mi vida era un chiste para él.
Fue hasta en 2016, cuando ingrese a trabajar, que empezamos a fortalecer nuestro vínculo. Se enturco cuando se dio cuenta por qué perdió un bono de referido. Ese año, en abril del 2016, mi abuelo falleció, aún me encontraba en entrenamiento en la empresa. Oswaldo fue de los pocos que me dio el pésame en la universidad, cuando me aparecí se levantó de la banca donde nos reunimos antes de clases y me abrazo. No sintió la necesidad de asistir a la vela porque no éramos tan íntimos.
Para mayo 28 del 2016, ya ganando mi dinerito, fue la primera salida que tuvimos los dos juntos. (No es que tenga la fecha en mi memoria, hay una foto en Instagram). Y así empezamos a salir con frecuencia.
Siempre lo jodía (y lo jodo), que tiene una suerte increíble. Recuerdo en un examen de formulación y evaluación de proyectos, teníamos la misma respuesta en el ejercicio más pesado y con mayor puntaje, a la hora del resultado, mi respuesta estaba mala, lo que me mando a examen extraordinario para poder pasar la clase y no atrasarme 1 año por una pinche clase. Su respuesta, siendo la misma, salió correcta y paso la clase. ¿Cómo? No sé, si teníamos la misma respuesta y obvio no iba a delatarlo con el profe porque al final la respuesta sí estaba mala. Al parecer, le dio pesar ver que me podía atrasar un año y que eso significaba no ir a la promoción juntos, que se ofreció en enseñarme los ejercicios para practicar y pasar la clase. Entonces, el 11 de julio del 2016, llego a mi casa para quedarse a dormir y enseñarme los ejercicios del examen.
Hoy 11 de julio, es un día que decidimos llamar el “Amixversario”, hoy estamos celebrando nuestro 7.º aniversario de amistad, que podría ser más tiempo, pero la fecha la escogimos porque fue la primera vez que mi amix se quedó a dormir en mi casa. Seguramente iniciamos a hablar en otra fecha, pero esta fue muy significativa porque terminamos bebiendo guaro con otros amigos, nos tomamos fotos y conoció a mi abuela, quien lo amo por ser “educadito” – decía ella. Era la fecha perfecta y gracias a las fotos que tenemos de ese día es que recordamos la fecha, si no, seguramente habríamos buscado otra memorable.
Al final, sí pasé el examen. Lo gracioso fue que estudiamos alrededor de 2 horas y el resto fue alistarnos para ir a RKR con unos amigos y tapinear. Terminamos todos a las 2:00 am en mi cuarto hablando de política y de dudas existenciales de la vida – puras pláticas de borrachos – Era la primera vez que bebía en mi cuarto con amigos, levanté a mi abuela para pedirle permiso y ella de alcahueta me dijo si. Total, ella prefería que estuviera en la casa que en la calle.
Y bueno, después de esa fecha (11 de julio) el resto es historia. Iniciamos a salir más seguido – casi que todos los fines de semana –se quedaba a dormir junto a otra amiga en mi casa, éramos tres en mi cama matrimonial y un abanico dándolo todo para no morir de calor.
También, nos mirábamos en el trabajo, a veces yo lo visitaba en su estación donde aún tomaba llamadas, o él iba a mi estación. Una simple visita era motivo suficiente para que la gente iniciara los rumores de una relación entre los dos. Y peor, cuando nos saludábamos con abrazos efusivos como siempre lo hemos hecho. Y peor aún, cuando iniciamos a vivir juntos.
Es que al parecer entre hombres es prohibido mostrarse afecto. Es preferible saludarse a golpes porque mostrás más rasgos de macho que un abrazado cálido, que, según, es de maricones.
Algo que siempre le agradeceré a Oswaldo – hablando de esta parte del trabajo – es que nunca le importo lo que se rumoraba, porque él, desde que lo conozco, posee una seguridad sobre el mismo, envidiable, con autoestima y confianza. Al contrario, yo, si me dejaba abatir por los comentarios, por miedo a pensar que podía afectar nuestra amistad. Por suerte, él nunca ha sido de demostrarle nada a nadie, más que a él mismo. Y lo que hablen los demás nunca ha sido un tema al cual le preste un segundo de importancia. Es tan independiente de todo que solo busca cumplir con sus expectativas, tanto así, que ha tomado decisiones en las que, ni lo que yo piense, le importa.
Luego de la muerte de mi abuela, donde esta vez sí me acompaño porque ya teníamos un vínculo más profundo y el llegó a tenerle bastante cariño, se vino a vivir a mi casa por motivos de logística (y bacanal) ,iniciamos los cursos de titulación que eran por la noche, el trabajo le quedaba más cerca desde mi casa, yo tenía vehículo, pero no sabía ni manejar, ni tenía licencia, el sí. Prácticamente, pasamos juntos todo el 2017, nos veíamos diario, hablábamos diario, nos reíamos diario de cada pendejada, y casi que salíamos diario a beber o comer algo. Fueron meses que recordamos con mucha nostalgia porque nos divertíamos demasiado. Además, en el 2017 fue el año de nuestra graduación. Lo hicimos, nos graduamos juntos.
Así nació una bonita amistad que, hoy en día, todavía confunde a la mayoría en creer que tenemos algo más que una amistad, y pues sí, nos amamos mucho, pero eso no nos hace una pareja. Esto es un Bromance. Confunde tanto que hasta hemos llegado a tener encuentros desagradables con algunas de sus novias, y otras que más bien se reían de nosotros por todas las locuras que hacíamos, disfrutaban tanto, que yo en la jodedera me peleaba con ellas por el asiento de adelante y lo tomaban con humor. Claro, yo sabía en qué momento lo podía hacer.
Antes creía que el amor era limitado a tu pareja o familiares. Que la palabra adecuada para describir un vínculo afectivo con tus amigos era “querer” y que nada podía sobrepasar esa palabra, pensaba que querer era la máxima expresión de afecto a tus amigos, pero estaba equivocado, uno puede amar a sus amigos y a su mejor amigo, e incluso, ese mejor amigo puede ser hasta tu alma gemela, una persona con la que compartirías el resto de tu vida y estarías a gusto con ella sin aburrirte en ningún instante, y sin que haya sexo de por medio.
Encontré eso que tanto pedía al cielo – sueno bien mártir – pero eran pensamientos a mis 15 años – un amigo en quien confiar, que me escuche y apoye. Pero algo habré hecho bien en esta vida que no me mando un amigo, me mando un hermano. Pero es que hasta la palabra hermano queda corta. Es un tema de conversación que siempre tenemos, y nunca logramos definir lo que es nuestro vínculo porque transciende cualquier adjetivo calificativo. Amor es la palabra que describe la expresión de afecto, pero si hubiera algo más que amar, seguramente estaríamos incluso después de ese término que aún no se ha inventado. Solo sé, que gracias a este regalo que me brindo la vida con su amistad, tengo que poner de mi parte cuidando, protegiendo y amando lo que se me ha dado.
Es por este indescriptible sentimiento que nos embarga a ambos, que hemos podido superar grandes retos en nuestro vínculo que nos han fortalecido y enseñado más de uno y del otro. Claro, como cualquier relación, sea de amistad o de pareja, siempre hay conflictos, pero es parte de la evolución. Ambos tenemos defectos (más él debo decir xD) y hemos tenido pleitos fuertes que terminamos solucionando. Las amistades como la vida misma evolucionan constantemente y hacerle frente a los retos es lo que determina si una amistad perdurará en el tiempo. El tiempo es el único que dictamina si habrá válido la pena el viaje. De momento, ha valido cada maldito segundo.
Este día, quería dedicar este espacio en mi blog agradeciendo cada una de las cosas que ha hecho por mi y sin nunca pedir nada a cambio:
Gracias por escucharme cuando más lo he necesitado.
Gracias por nunca cambiar de actitud conmigo, aun cuando me sincere con vos sobre mis preferencias sexuales.
Gracias por soportar comentarios que te arrastraron hasta el cansancio solo porque nos veían juntos en todos lados. Lo más fácil era que te alejaras, pero decidiste continuar y cultivar nuestra amistad.
Gracias por abrirme las puertas de tu casa y hacerme parte de tu familia.
Gracias por amar a mi familia tanto como me amas a mí.
Gracias por llevarme a todos lados cuando no tenía carro.
Gracias por abrazarme cuando el llanto tomaba mi cuerpo.
Gracias por repetirme hasta el cansancio que tengo valor como ser humano.
Gracias por acompañarme en todos los momentos tristes de mi vida.
Gracias por acompañarme también, en los más felices.
Gracias por nunca invalidar mis emociones.
Gracias por nunca juzgarme.
Gracias por tener la capacidad de reconocer cuando haces algo malo, y cambiar.
Gracia por aconsejarme y hacerme mejor persona.
Gracias por enseñarme a manejar.
Gracias por ser el mejor compañero de viajes.
Gracias por el viaje a Panamá, donde me consolabas cuando me quebraba en llantos.
Gracias por ser el mejor compañero de mesa.
Gracias por compartir las clásicas conmigo.
Gracias por darle una oportunidad a La la land porque yo te lo pedí.
Gracias por disfrutar conmigo, una de mis pasiones, el cine.
Gracias por insistir que entrará a teatro cuando aún la idea me abrumaba.
Gracias por llevar un tatuaje conmigo como símbolo de amistad.
Gracias por aconsejarme como harían los hermanos.
Y sobre todo, gracias por estar en mi vida y compartir cada segundo conmigo.
Y la lista puede continuar, pero aquí la paramos. En resumen, agradezco enormemente tu amistad, porque sin vos, la vida hubiese sido más pesada para mí. Inconscientemente, me ayudaste a sobrellevar los días que sentía que no podía más. Has sido mi psicólogo, mi analista financiero, mi contador, mi chofer, mi consejero, mi paño de lágrimas, mi hermano, mi amigo, mi todo.
Sos la única persona que conoce cada detalle de mi vida y sos a la única que le doy derecho de opinar sobre ella, porque sé, que aunque tengas algo malo que decir, lo harías porque querés que mejore. Me has visto devastado y sonriendo, y nadie más se ha dado el lujo de verme en luces y sombras. Todo eso te lo has ganado por ofrecerme tu más sincera amistad.
Un brindis por todos esos amigos que te aman, por lo que vales y no por lo que sos, ya sea preferencia sexual, estatus social, color, raza, etc.
Este es el verdadero valor de la amistad, el que el tiempo establece para cada uno. El de caerse y levantarse, el de estar para el otro, el de un vínculo desinteresado, con lealtad inquebrantable e incondicional.
Gracias por ser mis alas cuando había olvidado como volar.
Te amo.
Sempiterno.
Eres afortunado por haber encontrado a tu persona. Yo al igual que vos le pedi a Dios por amigos y puedo entender ese sentimiento de paz al haber encontrado a alguien que te entienda y te acepte tal como eres.
Afortunado es poco. Gracias por tu comentario y por leer el articulo. Saludos