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Dedicado a mi padre, quien en su escasez afectiva durante su infancia lo ha dado todo por nosotros, su familia.
El sistema de crianza familiar
Desde la dedicatoria se podrán dar una idea por donde viene esto. Sin embargo, no pretendo atacar a mi padre de ninguna manera, solamente, haré una retrospectiva de nuestra relación donde tomaré episodios del pasado para darle sustancia a este artículo.
Papá, te pido disculpas por la osada decisión de escribir esto sin consultarte antes.
Mi padre creció en una buena familia; económicamente hablando. Eran dueños de negocios en Monseñor Lezcano y, según me cuenta mi abuelo, diario se depositaban sacos de dinero en el banco. Dinero que, se escurrió como agua en las manos. Una mala administración y un despilfarro abrupto hicieron que la familia quedara en la quiebra.
Durante el tiempo de las vacas gordas a mi padre nunca le falto nada. Más bien, me cuenta que era la envidia del barrio por los zapatos de marca y todos los utensilios de baseball que poseían él y su hermano. Lo que sí le falto, fue afecto, de parte de su padre, sobre todo. Mi abuelo fue una persona que solventaba con el dinero la carencia de atención y amor que debía a sus hijos, porque él, fue criado bajo ese mismo sistema.
El sistema de crianza familiar se hereda de generación en generación, cada familia tiene su propio sistema y patrones de comportamiento heredados, no es casualidad decir “Es igual al papa cuando se enoja”. Depende de cada uno de nosotros romper esas cadenas, de lo contrario, siempre tendremos la justificación que, todos los criados en ese sistema, usan: “Así soy yo”, “Así me criaron”, “Así era mi papá/mamá conmigo”.
Mi padre no fue la excepción y heredo el sistema de crianza familiar. Él también era el padre proveedor, el cabeza de familia. En mi casa, gracias a él y a Dios, nunca falto alimento y nunca nos faltó nada. Las cosas materiales que poseíamos mis hermanos y yo fueron las mejores porque él se encargaba de que nada nos faltara. Era su manera de mostrar que nos amaba. Sin embargo, la economía de afecto familiar era poca o nula, menos cuando llegaba tomado, en ese estado, era el más amoroso del mundo. A veces, todo lo contrario.
El efecto placebo
El alcohol ha sido otra herencia familiar. Los Martínez hemos usado el alcohol como el escaparate de la vida para evitar entrar en conflicto con nosotros mismo, nos da miedo enfrentarnos a nuestras heridas, nos atemoriza escuchar lo que ya sabemos. Mejor bebemos para conseguir el efecto placebo, la medicina no recetada que nos alivia de deudas, heridas internas, la vida, la familia, el mañana y el presente.
Con el alcohol en la sangre, he tenido con mi padre, las pláticas más largas y existenciales para conocernos mejor. Ambos tenemos el efecto que el alcohol derriba la barrera de la comunicación, nos despoja de cualquier introversión y hablamos hasta por los codos cuando ya el etanol hace su efecto. Así como funciona para que hablemos, así ha funcionado para que tengamos los peores pleitos entre nosotros.
Uno de esos conflictos que más recuerdo, y que usaré para darle contexto al mensaje final de este artículo, fue una de las tantas veces que mi padre me encaro para cuestionar mi orientación sexual, él era muy insistente con el tema, y claro, yo me negaba. Un día – de borrachera – le grité que “Sí, si lo soy ¿Y qué? Déjeme en paz”. A él no le tomo para nada bien la noticia – menos con su cajilla de cervezas adentro – que me gritó cualquier bascosidad que se puedan imaginar. Lo que más me dolió, fue que, para ese entonces, yo vivía en casa de mi abuela y los fines de semana mi hermano menor llegaba a quedarse en la casa, y dormía conmigo. Mi papá, luego de todo el pleito, levanto a mi hermano, que dormia, y se lo llevo, porque “cuidado y se le pega lo maricón”
Esa no fue una noticia fácil de asimilar para mi padre, ni fue fácil para mí digerir su reacción. Al final hablamos, yo me retracté de lo que le había dicho, y él me pidió disculpas.
Una mirada al pasado
Todo este tiempo, antes de hacer pública mi orientación sexual, pensaba bastante en mis padres, aparte de pensar en toda la gente de mi entorno. Ver reacciones despectivas de las personas en la calle y en tu familia, te llena de cobardía y vergüenza.
No obstante, entendía a mi familia, fueron criados en otros tiempos donde se penalizaba la homosexualidad. Anteriormente, en Nicaragua, se había despenalizado con el triunfo de la revolución sandinista. Luego en los 90, con la victoria de la oposición, volvió a ser penalizada. Hasta el 2008, ser homosexual es legal en Nicaragua. Imagínense vivir en un país así. En este país se criaron nuestros padres. Una generación que sufrió guerra, escasez, exilio, revoluciones, terremotos y todas las catástrofes que azotan al segundo país más pobre de Latinoamérica. Son fenómenos sociales que llegan a crear traumas colectivos. Basta con hablar con alguien mayor de 50 que estuvo en la guerra, su plática será centrada solo en la guerra. No es justificante, pero Nicaragua ha vivido tiempos tan turbulentos que no ha habido tiempo de atender la salud mental.
Nosotros, como hijos, exigimos mucho de nuestros padres cuando estamos pequeños, luego, llegamos a adultos y nos damos cuenta de las carencias afectivas que tuvimos, dificultándonos crear relaciones nuevas y sanas. Nosotros, como hijos, esperamos que nuestros padres nos comprendan, les echamos la culpa de todo lo malo que nos pasa por resentimientos guardados, pero, ¿Alguna vez hemos echado una mirada al pasado de nuestros padres? ¿Quién los entiende a ellos?
Nuestros padres carecieron de afecto y atención porque se criaron en una cultura de supervivencia. Llevar la comida a la casa era la prioridad de muchos padres y madres en los tiempos más turbulentos de Nicaragua. Nuestros padres, quizás, no han tenido el tiempo de vivir su propia vida por criarnos y, asegurar de que nada nos falte, era la manera de mostrar su amor. Ver comida en la casa los llenaba de satisfacción.
Una mirada al presente
En esta perspectiva, fue hasta que inicie terapia que comprendí que yo no puedo cambiar la realidad de mi padre, y aprendí a tener compasión y perdonar cualquier percance que hayamos tenido en el pasado. Aprendí que su pasado y heridas de infancia son herencia generacional, es el sistema de crianza familiar que él replicó sobre nosotros. Me despojé de cualquier resentimiento que podría estar cargando porque el resentimiento es una carga energética que cargamos sin comprender y nos amarga cada minuto. Así que, nosotros como hijos, no debemos de poner, como limitante o justificación, nuestro modelo de crianza para dar o recibir afecto. Observemos la manera que nuestros padres nos dan amor, y valoremos más su sacrificio, que para algunos, ha significado abandonar sus sueños.
En uno de los ejercicios de psicoanálisis que realice en la terapia me hicieron imaginar a mi padre, en forma de un animal, al lado de mi corazón. El animal que me imagine al cerrar mis ojos era un cocodrilo. Está de más describir tan fascinante animal y el significado psicológico que supone. Tras meses de terapia, a veces trato de realizar el mismo ejercicio, el animal cambio, ahora me imagino un panda (No porque mi papá tenga panza) porque el animal en mi subconsciente se volvió dócil y accesible.
En este sentido, cuando hable abiertamente sobre mi orientación sexual, lo hice con mi madre, quien por votos de matrimonio – seguramente – le contó a mi padre. Un día me invitó a su bar favorito, me olía mal, pues no es de decirme que vayamos por un par a menos que quiera hablar algo serio conmigo. En efecto, era para decirme que mi mamá le había contado todo y que no le importaba, que me apoyaba y que me amaba mucho. Me sorprendió su respuesta ante todos los antecedentes que teníamos con el tema, yo ya estaba dispuesto a enfrentarlo y dejar de pensar en él y pensar más en mí. Fue un alivio escucharlo decir eso y darme cuenta de que ya manejaba mejor el tema. Luego seguimos bebiendo clásicas hasta completar la cajilla, porque siempre sale más barato completarla.
No sé qué cambio en mi padre, o que lo hizo cambiar. Cuando realice mi publicación en redes hablando abiertamente de mi orientación sexual, me apoyo mucho más. Hasta habló conmigo bueno y sano al día siguiente, para decirme que estaba muy orgulloso de mí porque eso, no lo hace cualquiera. Creo, que en mi familia, nadie más se ha atrevido a hablar públicamente de su orientación, y si yo soy el primero, que dicha ser el primero en algo entre los Martínez.
A pesar de todo, mi padre ha tenido un gran corazón y es muy compasivo con las personas. Ayuda al que puede ayudar . Es muy frágil si se da cuenta de que alguien la está pasando mal. No obstante, en ocasiones, ayudar le ha salido mal porque los que él consideraba sus amigos le han pagado con deslealtad y deshonestidad. Pero él, siempre a pie del cañón.
Es por eso que quiera dedicarle este texto a mi padre, quien ha sido la piedra angular de nuestra familia durante mucho tiempo. Y quien a pesar de todo nunca nos ha abandonado, nunca nos ha dicho que no a nada y nos apoya a todos sus hijos en lo que puede
Gracias papa por amarnos a tu manera, lo entiendo perfectamente.
Gracias por nunca desampararnos.
Gracias por apoyarme incondicionalmente en lo que sea.
Gracias por esforzarte tanto, incluso cuando perdiste el trabajo, para que terminara mi universidad y hoy tenga mi título de licenciado.
Gracias por tener ese inmenso corazón para ayudar a otros, aun cuando no has tenido buenas experiencias.
Gracias por todos los consejos que me brindas, sobre todo los de endeudarme para tener más.
Gracias por regalarnos momentos de alegría, porque sos el más gracioso en las reuniones familiares.
Gracias por asarnos carne con mucho amor, es el secreto de la mejor carne asada que he probado – no es el corte.
Gracias por ser el patrocinador oficial de este blog.
Gracias por leer, compartir y reaccionar a cada artículo que publico como muestra de apoyo.
Gracias por mantenerme mientras me encuentro en el desempleo.
Gracias por enseñarme el valor del trabajo e inconscientemente obligarme a trabajar para comprarme mis clásicas.
Gracias por esforzarte tanto cada día por darnos un mejor futuro, aunque eso haya significado irte del país por 5 meses.
Gracias por ser la persona más humilde que conozco y transmitir eso a tus hijos.
Gracias por apoyarme a entrar a teatro y no cuestionarme por quererlo.
Gracias por acompañarme a ver la obra de ‘Bye Bye Bird’ y no dormirte en el intento.
Gracias por traerme al mundo. Ahora me toca a mí continuar mi camino.
Por estos motivos, ahora que he encontrado en la escritura una nueva forma de expresarme, puedo dejar escrito lo mucho que te amo. Soy testigo del cambio que has hecho, que sé, no ha sido fácil. Pero lo has sabido llevar de la mejor manera, porque el amor que sentís por tus hijos trasciende cualquier cosa, incluso tus propias limitaciones como individuo.
Ahora, gozas de la paternidad subversiva, porque a pesar de las condiciones de crianza y adolescencia, al final rompiste las cadenas tradicionales de la paternidad que estabas acostumbrado. Sos un ser subversivo, modificaste tu moral y valores por el primer mandamiento de todo padre, amar a su hijo sobre todas las cosas. Te considero, un nuevo modelo de paternidad.
Padre, quiero que sepas que siempre contaras conmigo para lo que sea, como siempre ha sido. Incluso hasta “Para limpiarle el culo” cuando este viejo, como usted mismo, bromea. Porque te debo todo lo que has invertido en mí, y antes de lo material, te debo la vida. No se equivoqué, no siento rencor, ni mucho menos odio. Siento amor y orgullo, el mismo que usted siente por mí. Y si me toca volver a nacer y escogerlo, lo escogería en esta vida y en la otra, porque hay un propósito por el cual llegue a su vida y usted a la mía.
Finalmente, solo me queda agradecerte por amarme incondicionalmente y permitirme ser quien soy. Me llena de orgullo, presumir que mi padre me apoya, porque no todos tienen ese privilegio que usted me ha concedido.
¿Quién contra mí? Si lo tengo a usted.
Padre, Te amo.