Sin etiquetas: Viví y deja vivir

Sin etiquetas: Viví y deja vivir

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Lectura de 6 minutos

Etiquetas sociales

Muchos caminamos por la vida poniendo etiquetas y viviendo de ellas. En nuestra mente, tenemos una necesidad incesante de encajar, y hacerlo de manera ordenada y perfecta, haciendo uso de etiquetas o estigmas sociales. Etiquetamos a las personas como si de ropa se trataran e intentamos que se mantengan en ese molde que concebimos, que hasta nos llega a sorprender cuando esa prenda de ropa no es la que esperaba. Una camisa Gucci estirada, con hoyos. Qué raro, si es buena marca. El encasillamiento que tenemos hacia esta marca, considerándola buena prenda, sorprende cuando le encontramos un fallo. 

Leamos la siguiente mini historia para entrar en contexto con el artículo:

Ricardo era el hijo esperado de papá. Cuando nació, su padre viajo a Los Angeles para comprar su ropa, bolsos, coche y todas las cosas que utilizan los bebes; que hacen que, a los que no quieren hijos, reafirmar su idea que ese dinero gastado mejor se usa en un viaje, una casa o un carro. Ricardo era el consentido de la casa. Con su camisa del Real Madrid a los 6 meses de nacido, enviada por su tío que vive en Madrid; la inconsciente costumbre adulta de heredar pasiones a los niños. Luego resulto que Ricardo sería fanático del Barcelona. Ni hablar de su bautizo a los 3 meses de nacido, donde orino al sacerdote mientras lo sostenía para la foto. Luego resulto ser agnóstico.

 El orgullo del abuelo, quien presumía a su nieto por ser ojos de color y cabello castaño: “Vas a ver a las chavalas detrás del cuándo crezca” — decía. 

Gozo del privilegio de tener todo lo que cualquier niño a su edad anhelaba, consolas de videojuego, los mejores juguetes, bicicletas, zapatos de marca. Una infancia muy feliz, rodeado de sus amigos del barrio, con quienes disfrutaba jugando con sus figuras de acción, las cuales coleccionaba y que su papá se encargaba de mandar a traer a USA. Los mejores zapatos del barrio para ir a las perreras del parque, unos Nike Mercurial que eran la envidia de todos. Y así transcurrió su adolescencia, jugando futbol, destacando en clases, la jodedera con sus amigos y los domingos familiares de asistir a la iglesia y almorzar fuera de la casa. Hasta que a los 19, decidió decirle a sus padres que era gay. A toda su familia le tomó por sorpresa la noticia, pues nunca le miraron ningún “mate”. ¿Cómo puede ser eso? Debe estar confundido. Alguien le debe estar jugando la mente. Debe ser una broma. ¿Cómo va a ser gay, si siempre ha jugado futbol, videojuegos, figuras de acción, nunca quiso muñecas y viste como hombre?

Es el problema de las etiquetas. Nos sorprende porque todo sucede fuera de lo que se considera hetero-normativo. Nunca captaste señales que te indicaran que ese niño sería gay en un futuro. La homosexualidad o cualquier otra preferencia sexual, no son más que eso “preferencias sexuales” no existen patrones definidos más que los estigmas sociales ya conocidos. 

Disruptivas sociales: No toda forma de comportamiento es lo que parece

Existen casos donde sucede todo lo contrario, un niño afeminado que al final resulta ser hetero. El alivio que causa a la familia verlo llegar con novias a la casa. “¡Vaya! Creí que eras Gay” te dicen tus padres. Porque las actitudes, gustos y preferencias en su niñez y adolescencia que el padre observó, fueron definidos como un patrón de comportamiento que lo hacían pensar que su hijo sería gay en el futuro. Cuando en realidad no eran más que estigmas sociales, como ver las películas de princesas de Disney. A veces, jugaba con las muñecas de sus primas. No era fanático de ningún deporte. Tenía rutinas de higiene básica. Le gustaba andar sus uñas echas con brillo. Se depilaba la axila y las piernas, lo que ocasionaba la molestia de su padre porque “los hombres no se depilan las piernas.” Era sensible ante la vida y todo le ocasionaba llanto, “Los hombres no lloran” le decía su madre, reprimiendo una emoción esencial de la vida para crear resiliencia, la tristeza. 

Como último ejemplo, que pasaría en el caso de una familia homo parental, donde el niño “contra todo pronóstico” resulta no ser gay — ¿Qué raro no? Si mis padres son una pareja gay, lo más lógico es que yo también lo sea.— De la misma forma que tener padres cristianos no garantiza un hijo “normal” y creyente, tener padres gays no garantiza salir “defectuoso”.

Es la razón por la que considero que las etiquetas, prejuicios o estigmas vinieron a este mundo para encasillarnos en prejuicios, estigmas, y en tratos basados en el tipo de etiqueta que concebimos en nuestra mente. 

Juzguemos más la incapacidad humana de amar al prójimo y practicar el odio. “No hay que juzgar” nos dicen. Yo digo que sí. Que juzguemos el odio, la xenofobia, la homofobia, el clasismo, el racismo, la pedofilia, y todo lo que no aporte. 

Tratos condicionados

Él es rico, trátalo bien.

Él es pobre, trátalo diferente. 

Él es gay, trátalo mal. 

Él es Hetero, sé amable. 

Ella es negra, no merece nada. 

Ella es blanca, será una Miss. 

Él es nica, son mal educados.

Él es tico, seguro es amable. 

Él es ateo, es mala persona.

Ella es cristiana, es buena persona.

Juega futbol, es hetero. 

Mira novelas, es gay. 

Casi todo es válido…

Es válido que crean que la homosexualidad no es lo correcto.

 Es válido que las personas crean en Dios.

 Es válido que los ateos no crean en Dios. 

Es válido que otros crean que la tierra es plana, a cómo es válido que otros crean que es redonda.

 Es válido que otros crean que existe vida afuera de la tierra, cómo es válido que otros crean que la tierra es única, creada por Dios, y que somos seres perfectos. 

 Es válido también creer que el Barcelona es mejor que el Real Madrid.

 A como es válido creer que Estados Unidos es un ejemplo de derechos humanos.

 Es válido también creer que los santos solo son de yeso. 

Pero, también es válido celebrar los santos si es mi creencia.

Como es válido creer que la Pepsi es mejor que la Coca cola.

O, que la Toña es mejor que la Clásica. 

Lo único que no es válido en este mundo es el odio y creer que mis ideales son únicos y que el mundo tiene que regirse por eso. No repliquemos a Hitler que ya sabemos cómo termino esa historia. Al final, es la razón por la cual muchos defienden la democracia, para que existan libertad de ideas y libertad de creencias, y sobre todo, que estas se puedan expresar libremente sin considerar inferior al que opine algo distinto. Si creemos en la democracia, creemos en la pluralidad de ideas. Nuestra tarea es hacer que coexistan sin generar conflicto y que no crucen la línea del respeto por donde entra el odio y la violencia. 

Las únicas expectativas que hay que llenar en este mundo son las propias. Dejemos a las personas vivir sus vidas como quieran mientras no vayan por ahí, destruyendo la vida de otros cruzando la línea del respeto y la integridad que todos merecemos. 

No seamos humanos mediocres, llenos de odio, resentimiento y queriendo dañar a los demás. Cuando la humanidad encuentre las bases de tolerancia y el respeto, viviremos mejor. Cuando nos demos cuenta de que cada mente es un mundo, viviremos mejor. Somos tan diferentes que nuestra manera de medir éxitos y fracaso es distinta. Vivir en Nicaragua para mí puede ser un fracaso, para el extranjero que se instaló en San Juan del sur con toda su familia es un éxito, por citar un ejemplo aleatorio. Decía Aristóteles: “Ser capaz de considerar un pensamiento, sin aceptarlo, es la marca de una mente educada”. No es necesario que adoptes mi pensamiento, pero evaluarlo y considerarlo entre la pluralidad de ideas es, quizás, el camino para iniciar la convivencia cívica desde el respeto y la tolerancia.

Hemos vivido todos estos años creyendo que lo que nos hace mejores que otros son estupideces como la preferencia sexual o el dinero que poseo. No, lo que nos hace mejores es nuestra capacidad de amar al prójimo, incluso cuando creen en un disparate. 

Es ahí, en esa situación, cuando el ser humano se pone a prueba. Es el muro invisible que nos divide entre personas decentes e indecentes. Como cito Viktor E Frankl en su libro El hombre en busca de sentido: “El hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro en los labios.” Sí, ese es el ser humano, tan maquiavélico como noble e ingenuo.

Poseemos individualidad de pensamientos, pero no son la verdad absoluta en el mundo. Cada quien cree en lo que quiere creer. Y lo recalco, mientras tus ideas no sobrepasen la línea delgada del respeto de las mías, podremos coexistir en la misma sociedad. O mejor dicho, el respeto al derecho ajeno, es la paz. 

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